martes, 29 de agosto de 2017

Mi primer rabateo

Por fin llego a Rabat. Mi primer contacto fue en junio, bajé del avión en bermudas y camiseta y... ¡oh, sorpresa! una ligera brisilla hizo que la piel se me pusiese de gallina... Cojo el móvil y Google me lo confirma, Rabat no es un desierto a 50 grados a la sombra. Tiene un clima atlántico, parecido al canario, y aquel viento fresquito del atardecer se ha encargado de presentarme la ciudad.

Salimos del aeropuerto y pasamos varios controles policiales, rutinarios, me dice mi acompañante... pero nunca deja de acojonar ver a dos uniformados con metralletas entre sus manos... a todo esto, nada de dunas, caminos pedregosos ni camellos ¿o eran dromedarios?. Autovías rectas de dos carriles perfectamente asfaltadas coches de alta gama, mucho 4x4... Podría ser Alemania, me digo a mí mismo, si no fuera por las señales informativas correctamente escritas en árabe y francés.

Pero poco a poco me doy cuenta de la diferencia entre alemanes y marroquíes, el tipo de conducción, una conducción que deja poco margen a la relajación. Coches que adelantan por la izquierda, por la derecha, por el arcén o por donde pillan, ráfagas continuas de luces, que te hacen pensar que llevas las luces fundidas y te están avisando o que vas por el carril contrario. El claxon también suena a menudo... pues no, esto no es Alemania.

He llegado en pleno Ramadán, así que al llegar al hotel, aunque es tarde, noto el bullicio de la calle, todo el mundo acaba de despertar de su voluntario ayuno y vuelve a la vida aprovechando que pueden beber y comer... así hasta largas horas de la noche. 

Salgo a cenar algo y me meto en la primer sitio que pillo, no es plan de ponerme a andar de madrugada. Es una pizzería, pido una pizza y una Coca Cola Zero... de fondo suena música árabe... me traen la Coca Cola en un vaso, sin hielo. Le pregunto si me puede echar hielo y me mira extrañado. 

- "Glaçons?" Me repite dubitativo.
- "Oui oui, cubes de glace, s'il vous plait" le insisto educadamente. 

El chico se va... pasan los minutos y al final opto por beberme la Coca Cola mientras viene la comida. En ese momento comienza a sonar de fondo el Bamboleo de los Gipsy Kings y aparece el camarero con la pizza. "No hay hielo, pero tenemos música de España, ole" me dice el cachondo.

Bueno, los Gipsy son franceses y no españoles... y prefería la Coca Cola fresquita, pero oye, se agradece el detalle. Y así, esa noche me fui a la cama con mi primera lección aprendida sobre los marroquíes, mi primer rabateo: Los marroquíes siempre tratarán de agradarte, puede que no te den lo que querías o puede que en realidad te den lo que ellos querían, pero de una manera u otra, siempre tratarán de verte satisfecho y nunca les faltará una sonrisa para conseguirlo.





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