miércoles, 13 de septiembre de 2017

Rabateando con mi enano

Hace unas semanas, al poco de llegar, decidí traerme a mi enano conmigo unos días (mi enano acaba de cumplir 14 años y ya está más alto que yo, pero es y siempre será mi "enano"). Su día a día de asueto estival estaba consistiendo en tele, tablet, comida, cómic y cama, así que le propuse que me acompañase una semanita a Rabat y así de paso me ayudaba a instalarme.

El viaje dejó muchas anécdotas, como su cara de sorpresa cuando lo llevé a patinar... ¡En Marruecos patinan sobre hielo!" me decía, o su gesto extraño cuando pidió una fanta de limón en un sitio algo rústico y le trajeron un vaso de agua con un limón exprimido... pero también lecciones, como su manía por investigar y curiosear todo y que me llevó a descubrir cosas que, por mí mismo, nunca habría conocido.

El viaje fue caluroso y largo hasta la extenuación, ya que al ser agosto, mes de vacaciones donde todos los marroquíes emigrantes por Europa regresan a casa, el Ferry estaba de bote en bote, nunca mejor dicho, así que llegamos a Rabat de madrugada, muertos de hambre, con todo cerrado y el frigo vacío (para ser exactos aún no tenía frigorífico). Así buscando y buscando, finalmente encontramos un pequeño bar, ya casi cerrado donde muy amablemente nos dieron un "Chawarma" para comer y una Coca Cola. El viaje, desde luego, no iba a ser un 5 estrellas.

Fue una aventura que siempre recordaré por su actitud, ni una sola queja ni protesta, ninguna pesadumbre (¡hasta se bebió aquel vaso de agua con limón!) y siempre dispuesto a ayudar e ir de un lado a otro. Muchos rincones de la ciudad que yo aún no conocía los visité con él, algo que ha sido contraproducente, ya que, ahora me da nostalgia y veo su cara cada vez que vuelvo a ellos. 

Recuerdo que una tarde íbamos en el coche, camino de un sitio donde cenar (un Pizza Hut, le habia prometido) pasábamos por la carretera del litoral y le comenté que el atardecer de una playa marroquí es una maravilla que uno debe obligarse a contemplar antes de morir. Me miró un poco pasota y me dijo su clásico "vaaaale". Por suerte para nosotros, me perdí buscando la pizzería, así que tuve que regresar a la misma carretera. En ese momento comenzaba el ocaso, viendo aquellos colores anaranjados, que se iban poco a poco oscureciendo, difuminándose en el mar y con occidente al fondo... Mientras yo conducía, mi enano me miró y exclamó "¡qué guay!", paré en el arcén y estuvimos un par de minutos contemplándolo. Sólo recuerdo una situación parecida en mi vida, un amanecer en el Castillo de Jaén, con otra compañía, pero eso es otra historia...

Otra noche, volviendo de ver el Madrid-Barca de la Super Copa, que en realidad no vimos, íbamos solos por una calle semioscura y me iba contando eufórico algo de una de sus series favoritas, cuando tres chavales venían de frente. Al cruzarnos, unos metros más adelante, uno de ellos se dio la vuelta y nos gritó: -"eh!". Yo miré de soslayo pero seguí andando, escuchando el silencio de mi enano que se calló de inmediato. 

El chico aquel volvió a insistir, "eeeh!". Me di la vuelta mientras los vi acercarse a nosotros. "Pardon?" me atreví a decir. 

- "¿Españoles?", me preguntó. 

- "Sí, españoles".

- "Yo amo España, ¿viste usted el partido? ¿de qué equipo?"

- "Del Barca", le dije un poco desconfiado y algo temeroso.

- "Yo también!" Hoy mal, Barça mal. Bueno, es un placer conocerles. Españoles siempre buenos" decía mirando a sus amigos. "Aquí un amigo, lo que quieran, yo amigo de españoles para siempre, adiós". Decía dándose los  golpes habituales en el pecho.

Tras despedirnos del trío muy cariñosamente, continuamos nuestro camino mientras mi enano me decía, "Papá, qué susto, pensé que nos iban a atracar".

Y pensando en alto le expliqué mi segundo Rabateo: Los marroquíes aman España y su cultura y disfrutan hablando con los españoles, para ellos, es una especie de orgullo y curiosidad y te paran sólo para hablar e intercambiar contigo unas palabras... (excepto los guías de la Kasbah de Udayas, claro). Pero por encima de todo adoran el fútbol español, el Real Madrid y el Barcelona... "aunque claro... nunca sabremos qué hubiese pasado si llego a ser del Madrid", le dije entre risas mientras entrábamos en casa...




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