jueves, 12 de octubre de 2017

El mechero y la bombona

En este país uno va de sorpresa en sorpresa, de sobresalto en sobresalto y no, creo que uno nunca terminará de acostumbrarse.
 
Su pragmatismo es tal que, aunque eficaz a corto plazo, sus soluciones son pan de hoy y hambre de mañana, y eso es algo, en mi modesta opinión, que deberían cambiar para continuar en ese camino de desarrollo y evolución que empezaron hace unos años.
 
Yo vivo en una casa de estilo colonial, de la época del protectorado francés. Techos altos, habitaciones inmensas, suelo de azulejo decorado, jardín en la entrada... preciosa, la verdad, aunque con las pegas propias de una casa centenaria... de hecho me costó bastante convencer al dueño para que me dejase meter la fibra óptica en casa, ya que no tenía la instalación hecha ni adaptada a los nuevos tiempos y esto suponía hacer agujeros y meter cables... ni que decir tiene, por cierto, que me costó un pastón. Todo sea por estar comunicado en el siglo XXI.
 
Como casa antigua que es, el agua caliente funciona con calentador y el gas con bombona de butano... unas bombonas oxidadas y llenas de polvo que inspiran muy poca confianza.
 
No sé si fue el aspecto o si realmente era así, pero un día me agaché a coger un bote de limpieza y percibí un olor muy fuerte a gas cerca de la bombona... estuve mirando por encima y definitivamente aquello olía mucho a gas, demasiado.
 
Como no sabía a quién acudir, ya que aquí las bombonas se compran en cualquier tiendecita del barrio, hablé con el portero de la casa, quien me dijo que él mismo subiría a mirarlo sobre la marcha.
 
Y allí que fuimos los dos, él tomando la iniciativa, se agachó, miró un poco la goma, tanteó... olió... me miró... "C'est bien", me dijo.
 
- "Pero huela, huela..". le insisto, "huele mucho a gas, eso no es normal".
 
Me vuelve a mirar resignado, observa la bombona y ante mi sorpresa, saca un mechero del bolsillo, lo acerca a la bombona y lo enciende. Mi acto reflejo fue retroceder un paso hacia atrás. Él, todavía con el mechero encendido y balanceándolo alrededor de la bombona, me mira sonriente mientras espeta un  "Pas de problem, c'est bien".
 
"¡Nos ha jodido!" se me escapó en el español más castizo. Su solución fue de lo más práctica, imagino que pensó, "este tío no me va a dejar tranquilo, así que órdago a la grande, o se calla para siempre o salimos volando", y así, todo valiente, zanjó el problema de la manera más práctica posible, pero también más insegura y arriesgada.
 
 

Lo curioso del asunto es que cuando lo comenté con algunos compatriotas con más experiencia, no se extrañaron, me dijeron que es muy habitual hacer ese tipo de comprobación, lo cual no ayudó a mi tranquilidad, aunque sí a aprender un nuevo Rabateo, "si pueden demostrar algo y así zanjar el tema, lo hacen, sin importar las consecuencias..."



 
 
 
 

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